El largometraje debut del director Christos Nikou, Apples, utilizaba una premisa fantástica y al absurdismo para contar una historia pandémica sumamente original que tenía al romance como su núcleo. En su nueva película, Fingernails o Ámame hasta con las uñas, Nikou se expande dentro de ese género para hablar de temas complejos con impresionante facilidad y accesibilidad, sin dejar de lado su creatividad y tono personal. Es una película que consolida al cineasta griego como una potencia original y fascinante en la industria.
Fingernails se desarrolla en una realidad en donde existe una prueba científica para determinar la compatibilidad de las parejas. Para hacer la prueba, cada parte debe quitarse una uña sin anestesia y colocarla en un aparato retro muy parecido a un horno de microondas que arroja tres resultados posibles: el 100% significa que el amor es mutuo y la pareja tendrá éxito en su relación, pero el temido 0% significa que el romance está destinado al fracaso; tal vez el 50% es el peor resultado pues apunta a que solo una persona está enamorada de verdad, ¿quién de los dos? Eso no lo dice la máquina.
Anna (Jessie Buckley) no debería tener nada de qué preocuparse, pues ella y su esposo Ryan (Jeremy Allen White) recibieron el 100% hace algunos años. Pero la rutina y cierta frialdad en su relación comienzan a generarle dudas románticas a Anna, así que para reeforzar su confianza en la prueba, comienza a trabajar en el Instituto del Amor en donde, además de administrar las pruebas de uñas, se entrenan a parejas en el arte del enamoramiento. Aquí, Anna comienza a trabajar bajo la tutela de Amir (Riz Ahmed), el mejor instructor del instituto y con quien rápidamente entabla algo más que una amistad.
Si te gusta el estilo y humor de Yorgos Lanthimos, vas a ser presa fácil de los encantos de Fingernails. Nikou maneja su premisa de ciencia ficción sin pretenciones, siempre con un ojo en las audiencias y, a diferencia de su paisano (con quien trabajó como asistente de dirección en Dogtooth), con mucha calidez.
Nikou controla perfectamente el tono absurdo de esta extraña realidad para desarrollar su historia, jugar con las nociones cliché del amor y hacerte reír en el proceso. En el Instituto encuentras pósteres cursis sobre los síntomas del amor (dolor de estómago, cantar, pérdida de sueño) que más tarde se manifiestan en la propia protagonista; en la sala de espera se escucha lluvia porque hace a la gente “sentirse más romántica”, pero a una empleada solo le provoca ganas de hacer pipí. En un punto, el guion subraya la propia irreverencia de su trama cuando un personaje pregunta si personas sin brazos pueden hacerse la prueba.
Tal vez las escenas más divertidas provienden del entrenamiento amoroso, ya que Anna y Amir hacen que un grupo de parejas atraviesen por una serie de rídiculos ejercicios como cantarse en francés (el idioma del amor), ver películas de Hugh Grant, aventarse de un avión (para generar confianza) o identificar a su respectiva pareja a ciegas, solamente por su olor. Estas escenas no solo existen para la comedia, sino que alimentan las ideas filosóficas sobre amor de la película. Por ejemplo, la prueba del olfato es particularmente interesante para Anna, quien ve en la joven pareja a prueba (Amanda Arcuri y Christian Meer) la pasión y el deseo que ya no siente en su relación con Ryan, pero que deberían estar ahí según la ciencia.
El diseño de producción de Fingernails, a cargo de Zazu Myers, nos lleva a una realidad de tintes distópicos con una vibra retro que nos posiciona en un limbo temporal, uno en donde no existen los smartphones ni apps de citas, pero sí una máquina que determina el nivel de enamoramiento. Aquí, la ciencia promete certeza pero elimina la pasión y la emoción que el amor debería tener, elementos que Anna ve en la joven pareja que entrena y que siente cuando está con Amir. La ciencia le dice algo a Anna, pero ella siente otra cosa en sus entrañas. ¿Es la compatibilidad razón suficiente para no escuchar al corazón?
El dolor es una palabra que también suele relacionarse al amor, después de todo. ¿quién no ha sentido el devastador dolor de un corazón roto? Nikou y sus coguionistas, Sam Steiner y Stavros Raptis, juegan con la relación entre dolor y amor a través de la prueba que le da el nombre a la película. Escenas al estilo body horror ―muy divertidas de vivir en el cine junto a un público retorciéndose en su asiento― en donde los enamorados deben sufrir el suplicio de que les arranquen una uña, plantean la idea del dolor como un paso necesario antes de la “certeza” del amor que tanto promete la prueba, pero está lejos de ser el dolor natural que la ruptura en una verdadera relación podría provocar, un dolor que durará más que el de perder una uña.
La química entre Jessie Buckley (The Lost Daughter) y Riz Ahmed (Sound of Metal) es abrumadora. Miradas y sonrisas comunican la historia y sacan chispas; pronto te encontrarás rogando por ver a sus personajes besarse. Buckley exhibe la vulnerabilidad de una persona llena de incertidumbres y su extraordinario manejo del lenguaje corporal delatan la dualidad de anhelo y preocupación que Anna siente cuando está con Amir; la barra está muy alta, pero esta es la mejor actuación en la carrera de Buckley. Del otro lado, Ahmed exude encanto y despliega el tierno nerviosismo necesario para sacar suspiros y empatizar con su situación; la escena clave del baile es una explosión de sensualidad que toma desprevenida a la audiencia y Anna, cuya cara lo dice todo.
El sabio score de Christopher Stracey acompaña los sentimientos de Anna cuyo caos emocional es capturado por la bella fotografía de Marcell Rév. Un uso perfecto de canciones románticas potencializa el creciente enamoramiento de los protagonistas mientras que la edición balancea efectivamente comedia, deseo y la tensión de la incertidumbre.
A pesar de los abundantes ejemplos del género romántico que existen, Christos Nikou ofrece una historia fresca que usa los clichés a su favor para desarrollar inteligentes y divertidas reflexiones sobre el proceso de enamoramiento, la complejidad de relaciones amorosas y el papel de la tecnología en el romance moderno, y lo hace sin sacrificar accesibilidad. Fingernails / Ámame hasta con las uñas utiliza al absurdo y la comedia para esconder las múltiples aristas de una narrativa original que alcanza altos niveles de emotividad de mano de una Jessie Buckley soberbia.
“Fingernails” o “Ámame hasta con las uñas” formó parte del Festival Internacional de Cine de Morelia 2023. Se estrenará en Apple TV+ el 3 de noviembre.