Crítica: “Flora e hijo”, el lenguaje universal de la música y la creatividad

Sing Street es uno de los más hermosos ejemplos del poder que tiene la música para encontrarse a uno mismo, sanar y conectar con otros. Siete años después, el director John Carney vuelve a explorar ese concepto en Flora e hijo (Flora and Son), esta vez con un enfoque distinto pero igual de entrañable. 

Flora (Eve Hewson) es una madre soltera, joven e inmadura que vive en Dublín y le tiene poca paciencia a Max (Orén Kinlan), su rebelde hijo quien siempre se está metiendo en problemas con la policía. Un día, Flora se encuentra una guitarra en un basurero y decide regalársela a Max como regalo de cumpleaños atrasado, pero este la rechaza porque está más interesado en música electrónica y hip-hop. Es así que Flora decide aprender a tocar el instrumento y comienza a tomar clases en línea con un apuesto maestro llamado Jeff (Joseph Gordon-Levitt), quien resulta ser un músico fracasado pero muy sensible.

A través de su postura encorvada, lenguaje corporal y actitud desinteresada, es claro que Max percibe el resentimiento que su madre tiene hacia él; es como si quisiera cumplir el sueño no-hablado de ella y desaparecer. Flora lo tuvo a sus 17 años con un músico frustrado (Jack Reynor) y nunca pudo seguir o siquiera tener un sueño. Sin darse cuenta de su egoísmo, Flora constantemente habla sobre su necesidad de hacer algo con su vida, de ser feliz y encontrarse a sí misma: sin importar que eso sea a costa de despreciar a Max.

La guitarra es un intento de Flora de encontrar ese sueño y perseguirlo, pero entre coqueteos y notas musicales, las clases con Jeff se convierten en sesiones de romance, pero también de sanación mutua: por un lado, Jeff redescubre su talento, que pensaba era efímero, a través de la colaboración, y por el otro, es hasta que Flora se sumerge en el mundo musical que comienza a escuchar y entender a su hijo, quien silenciosamente está aprendiendo a hacer sus propias canciones. De hecho, una maravillosa escena en donde hablan sobre música mientras caminan rumbo a casa, destaca de manera enorme porque es la primera de la película en donde no hay hostilidad entre madre e hijo.

Aunque por momentos es un tanto artificioso el hecho de que sus personajes tengan talento musical inmediato, Carney no se decanta por una narrativa típica sobre alcanzar tus sueños a través de la música. Además de contar con una edición dinámica y un humor efectivo (muy irlandés), Flora e hijo es encantadora y siempre entretenida porque tiene los pies en la tierra: los imperfectos personajes no tienen objetivos grandilocuentes y pomposos, sino que quieren utilizar la música simplemente para ser felices o conquistar a alguien. También clave en esto es que Carney está mucho más interesado en el proceso creativo que en el resultado final: el romance entre Flora y Jeff crece a partir de que trabajan juntos en una canción y Max finalmente siente el amor de su madre mientras están grabando un video musical. La magia está en la satisfacción que produce el proceso colaborativo. 

Es probable que Flora e hijo marque un antes y un después en la carrera de Eve Hewson (Behind Her Eyes) porque aquí estamos ante el surgimiento de una estrella. Hewson es una bola de fuego que toma a la película por el pescuezo y la sacude; es una presencia carismática que grita, insulta y te hace reír una y otra vez con sus picosos one-liners. La joven plasma sin problema y con tremenda sinceridad la ira contenida de Flora y su ímpetu por salirse de la rutina dublinesa; y cuando llega el momento de cantar, los genes de la familia salen a relucir. Es absolutamente magnética. Junto a ella, un tierno Joseph Gordon-Levitt (7500) funciona como el calmante que la vida de Flora necesita; su sensible actuación tiene chispazos de melancolía que le dan tridimensionalidad al personaje.

Hay un toque de fantasía en Flora e hijo. Cuando canta en las clases en línea, Jeff aparece en la misma habitación que Flora. Es un sencillo y poético elemento que genera intimidad y resume el mensaje de la película y de Carney: la música puede empujarnos, apoyarnos y acercarnos sin importar la distancia, es un lenguaje universal que adquiere mayor potencia cuando se comparte. Es un mensaje entregado con mucho humor, emotividad y palpable amor.

“Flora e hijo” o “Flora and Son” se estrena el 29 de septiembre en Apple TV+.

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