Basada en una famosa atracción de los parques de Disney, “La Mansión Embrujada” de 2003 falló en conquistar el público. Ahora, veinte años después, llega a nosotros un nuevo intento: Mansión Embrujada (Haunted Mansion), dirigida por Justin Simien (Dear White People), una aproximación más oscura y divertida al juego clásico.
En Mansión Embrujada conocemos a Gabbie (Rosario Dawson) y su hijo Travis (Chase W. Dillon) quienes llegan a Nueva Orleans tras comprar una vieja propiedad, desgraciadamente para ellos esta resulta estar llena de fantasmas. Por esta razón, madre e hijo reclutan a un sacerdote (Owen Wilson), una médium (Tiffany Haddish), un historiador (Danny DeVito) y un científico/guía de turistas (LaKeith Stanfield) para intentar descubrir qué buscan los espectros y cómo deshacerse de ellos.
El guion, escrito por Katie Dippold (Cazafantasmas), toma varios elementos de La maldición de Hill House de Shirley Jackson y de su adaptación de 1963 La mansión encantada. En esta historia clásica de terror un psicólogo reúne a un grupo de personajes diversos dentro de una casa supuestamente embrujada para comprobar la existencia de seres paranormales. Dippold mezcla este argumento con la cultura y estilo de vida de Nueva Orleans y referencias constantes a la atracción de Disney para construir una película colorida, con buenas dosis de terror y comedia familiar; desgraciadamente esto genera problemas en el tono de la cinta pues nunca llega a establecerse: por momentos presenta situaciones aterradoras y un drama familiar bastante potente, así como posesiones y asesinatos. Los personajes hablan sobre practicar exorcismos y las distintas formas de enfrentar el duelo, todo esto mientras se bombardean entre ellos con chistes y bromas, lo cual hace difícil saber cuándo tomar en serio la situación y cuándo no.
Por otro lado, el ritmo de la película es caótico e inconsistente: el primer acto es frenético y brinca constantemente entre los personajes y también entre distintos tiempos, provocando confusión pues no se entiende bien en qué punto del tiempo estamos o quiénes son estos personajes. Luego, el segundo acto se aletarga en secuencias carentes de importancia para el desarrollo de la cinta. El tercer acto regresa a esa sensación frenética del comienzo, la acción se acelera y apresura la conclusión de la historia, y con ello los arcos de los personajes, especialmente el de LaKeith, se sientan incompletos y forzados.
Por desgracia, Mansión Embrujada tiene el product placement (una técnica de publicidad para colocar marcas o productos dentro de una narración) más descarado que he visto en mucho tiempo: escenas donde los personajes mencionan marcas solamente por decirlas, los nombres de restaurantes y heladerías aparecen de manera inorgánica y sin razón durante algunas de las escenas más emocionales de la película, en otros momentos intentan construir chistes alrededor de productos sin relación con el argumento de la cinta y un largo etcétera. Todo esto se siente forzado e interrumpe constantemente el relato, distrae al espectador y no tiene un propósito más allá de hacer publicidad.
Pese a todos estos problemas, la experiencia es disfrutable gracias al extraordinario trabajo de todo el reparto. LaKeith Stanfield (Judas y el mesías negro) hace un gran trabajo con este personaje atormentado, sumido en el duelo e incapaz de avanzar. Con frecuencia tiene monólogos donde lo vemos derrumbarse lentamente, llorar y alegrarse con la presencia del resto de sus compañeros en la mansión, además su escepticismo inicial a creer en los fantasmas lleva a secuencias divertidas donde podemos ver al actor jugar con su cuerpo y expresiones faciales.
Owen Wilson (La Crónica Francesa), Tiffany Haddish (El peso del talento) y Danny DeVito (Batman Regresa) se roban completamente la película con sus interpretaciones, su carisma, la química que transmiten juntos y su timing cómico. Los tres juntos derrochan talento en cada escena y se divierten con estos personajes irreverentes, extravagantes y algo locos. Sin embargo Rosario Dawson (Sorry to Bother You) se siente desperdiciada pues no tiene mucho que hacer en la historia. Lo mismo ocurre con Winona Ryder (Beetlejuice) y Jaime Lee Curtis (Todo en todas partes al mismo tiempo) cuyos personajes son más bien cameos y referencias a la atracción de Disney.
Otro de los aspectos negativos de la película son los efectos visuales. Si bien sirven a la narrativa, por momentos lucen demasiado falsos y plastificados. Muchos fantasmas y espectros son actores maquillados y caracterizados pero a todo esto le añaden un filtro azul con mucho humo, y de esa forma no es posible apreciar todo el trabajo de los departamentos técnicos. Este problema se hace más evidente durante el tercer acto pues aquí no solamente vemos fantasmas en pantalla, también constantemente cambia la estructura de los pasillos y escaleras de la casa mientras los personajes corren en su interior; en estas secuencias es evidente el uso de efectos digitales para construir los sets pues la iluminación de los actores no coincide con la del fondo.
Mansión Embrujada quiere ser una comedia familiar con tintes de terror, sin embargo por momentos es demasiado densa y oscura respecto a los temas que trata, lo cual da como resultado un tono inconsistente y un ritmo caótico. La cinta funciona gracias a sus personajes excéntricos y al carisma y la química de todo el elenco, quienes se lucen en cada escena y tratan de sacar lo mejor del guion. Por desgracia muchos momentos emotivos son interrumpidos de forma brusca por la presencia de marcas y productos. Si obviamos la publicidad y los efectos visuales deficientes, la película logra entretener y es una buena forma de entrar en la temporada de halloween.
“Mansión Embrujada” ya está disponible en Disney+.